Uno de
los pilares fundamentales de un Estado de Derecho son las Fuerzas y Cuerpos
de Seguridad del Estado. En nuestro país, lo componen fundamentalmente la
Policía Nacional y la Guardia Civil.
Desde
la muerte del dictador general Franco el 20 de noviembre de 1975
hasta la victoria democrática de Rajoy, el mismo día y mes del año
2011, los partidos políticos, sindicatos y organizaciones profesionales han
trabajado con éxito durante 36 años para que los miembros que integran la
Policía Nacional y Guardia Civil sean percibidos por la sociedad española como
servidores públicos próximos, que garantizan con la máxima profesionalidad la
defensa de los derechos democráticos.
Pero
por desgracia para todos, desde el 20 de noviembre del 2011 hasta nuestros
días, la ciudadanía está percibiendo en estos momentos tan convulsos por los
que pasa nuestra España, como determinadas ordenes del gobierno del
estado o sus representantes, finalizan con actos totalmente injustificados de
desproporcionada violencia ejercida por la policía contra ciudadanos. Estas
actuaciones realizadas por una minoría de descerebrados funcionarios, son pasos
agigantados para que millones de españoles vuelvan a percibir a estas fuerzas
policiales como represoras antidemocráticas.
Aquel
que tiene la gran responsabilidad de defender con un arma, el orden
público en un estado de derecho, tiene que tener, la formación y serenidad
necesaria para contenerse hasta el momento en el que tenga que actuar con la
intensidad que sus mandos le ordenen, pero nunca debe de actuar como un vándalo
empujando por las escaleras con peligro de muerte a una ciudadana o golpeando a
menores.
Es cierto que la inmensa mayoría de nuestra policía y guardia civil en
el 2012 no tiene actitudes de otras épocas por fortuna lejanas, pero si sus
integrantes no son capaces de repudiar acciones despreciables realizadas por
determinados compañeros en el desarrollo de su difícil y peligroso trabajo la
sociedad española no respaldara el importante y necesario servicio que prestan estos hombres y mujeres a todos nosotros. Balticum